Novedades en el abordaje del ictus
17 mayo, 2018
El ictus es un trastorno provocado por la interrupción brusca de la circulación en el cerebro que impide el consecuente aporte de oxígeno necesario para funcionar. En algunos casos no deja secuelas, pero, en la mayoría de ellos, provoca discapacidad e incluso la muerte.
Aunque existen distintos tratamientos para ayudar a reducir las posibles secuelas y evitar que se produzcan nuevos eventos cerebrovasculares, la investigación desarrollada en torno al ictus nos ofrece un abanico de novedades que permiten mejorar su abordaje integral.
Novedades en el tratamiento agudo
Los tratamientos estándar se centran en restaurar el flujo sanguíneo cerebral para minimizar los daños, pero estas intervenciones deben llevarse a cabo poco tiempo después de que se produzca el ictus (no más allá de 4 horas después). En casos en que el paciente manifiesta no saber cuándo empezaron los primeros síntomas (un 20% de los casos) hasta ahora se descartaba este tipo de tratamiento. No obstante, recientes estudios como el WAKE-UP han hallado un nuevo método, más efectivo, para identificar aquellos casos que, a pesar de no saber cuándo inició el ictus, pueden beneficiarse del tratamiento. Lo hacen mediante diferentes tipos de escáneres cerebrales que ayudan a los médicos a estimar cuándo se inició el ictus.
Otro estudio ha permitido demostrar la eficacia de un tratamiento indicado para los traumatismos graves y las hemorragias tras el parto en pacientes que han sufrido una hemorragia intracraneal. Los hallazgos muestran que administrar este tratamiento (ácido tranexámico -TXA) a personas que habían experimentado hemorragia intracerebral reducía el número de muertes en los primeros días después del evento. La cantidad de sangrado en el cerebro como el número de complicaciones graves asociadas eran menores en los pacientes que habían recibido el tratamiento con TXA. A pesar de todo, el tratamiento no consiguió reducir el número de casos de discapacidad o muerte en los próximos 90 días, lo que evidencia la necesidad de seguir investigando al respecto.
Por otra parte, otra investigación ha desvelado que la inhibición de un componente clave del sistema inmune, que elimina microbios, minimiza el daño al cerebro después del accidente cerebrovascular, al menos en ratones. Estos resultados muestran que existe todavía mucho camino por recorrer en materia de desarrollo de nuevas terapias que prevengan mejor las complicaciones neurológicas en el ictus.
Novedades en la prevención secundaria
Quienes han sufrido un ictus leve o un accidente isquémico transitorio, con síntomas casi inadvertibles, tienen entre el 3-15% de posibilidades de sufrir un ictus más grave en los próximos tres meses. Sin embargo, un estudio reciente desvela que los pacientes que reciben una combinación de dos fármacos (clopidogrel y aspirina) consiguen reducir un 25% el riesgo de sufrir un nuevo ictus, infarto o muerte por un trombo (en los próximos 3 meses tras el primer evento), en comparación con aquellos que toman sólo aspirina.
Novedades en la regeneración de tejido
Una de las mayores secuelas que deja el ictus es la muerte del tejido cerebral. Después de un accidente cerebrovascular, el cerebro tiene una capacidad limitada para recuperarse y, por lo tanto, no regenera las conexiones, los vasos sanguíneos o el tejido. Para resolverlo, investigadores americanos han desarrollado un nuevo gel que ayude a regenerar las neuronas y los vasos sanguíneos. Aunque el estudio todavía se encuentra en fase experimental, ya han obtenido resultados positivos en ratones que habían sufrido un ictus.
Fuente: ABC Salud
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