La anemia complica la recuperación tras un infarto de miocardio
31 mayo, 2019
La voz de los pacientes
anticoagulados
Un estudio realizado por el servicio de Cardiología del Hospital General Universitario de Elche (Alicante) y publicado en la prestigiosa revista European Journal of Internal Medicine manifiesta que la anemia en pacientes que han sufrido un infarto de miocardio se asocia a mayores complicaciones cardiovasculares, así como a un mayor número de futuras hemorragias.
El infarto de miocardio es un tipo de cardiopatía isquémica, es decir, una enfermedad causada por el deterioro y obstrucción de las arterias del corazón provocada por la arteriosclerosis. Ocurre cuando hay una acumulación de placas de colesterol y lípidos (grasas) en las paredes de las arterias, provocando que el corazón no reciba suficiente sangre para funcionar. En España se registran, cada año, 120.000 infartos de miocardio.
Esta investigación en concreto se ha centrado en estudiar a 1.717 pacientes que habían sufrido un infarto de miocardio. Mediante un análisis de sangre, se determinaron los niveles sanguíneos de hemoglobina (glóbulos rojos) y fueron seguidos durante un año. Es precisamente este análisis el que permite identificar si el paciente tiene anemia, es decir, si tiene niveles bajos de hemoglobina.
Los resultados mostraron que aquellos pacientes que presentaban anemia tenían más complicaciones en recuperarse del infarto de miocardio y, a la vez, presentaban más riesgo de mortalidad.
Tal y como comenta Pedro Morillas, jefe de Cardiología del Hospital General Universitario de Elche, “el hallazgo de anemia en el seno de un infarto agudo de miocardio debe ponernos en alerta ante la presencia de un paciente que puede sufrir complicaciones durante el seguimiento, lo que nos obliga a llevar un control más estrecho en el tratamiento y control de su enfermedad y a sopesar cuidadosamente el riesgo de hemorragia con el riesgo trombótico«.
No obstante, cabe destacar que con un buen control de los factores de riesgo, como la hipertensión, el colesterol, la obesidad, la diabetes y evitando el consumo de tabaco y alcohol, podemos disminuir el riesgo de infarto de miocardio. No hay mejor remedio que la prevención.
Fuente: Infosalus
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